miércoles, 23 de marzo de 2011

Tres griegos y cuatro ingleses

Tres griegos y cuatro ingleses
La clase de amor que verdaderamente necesitamos es la de personas que se dan totalmente
Tres griegos y cuatro ingleses
Tres griegos y cuatro ingleses
Victoria estaba acostada en su cama, agotada después de un día intenso en la universidad. Apoyada boca abajo sobre sus brazos, recordaba todo el transcurso del día, mientras un mechón rizado de su pelo le caía por la cara, ocultando uno de sus claros y grandes ojos verdes. Las clases de matemáticas la habían desgastado más de lo normal. Pero la arquitectura le gustaba mucho y no podía echarse para atrás. ¡Gajes del oficio!

Para distraerse un poco, antes de empezar el estudio, sacó de su bolsa la cajita en donde guardaba sus cosas más personales e íntimas. Miró a uno y otro lado, como no queriendo que nadie la descubriese, y extrajo tres fotografías, en donde aparecía ella con un chico distinto en cada una.

Se puso sus audífonos y encendió su Ipod. Mientras, repasaba su mirada de uno a otro de los tres pretendientes. Victoria sonrió. Todos eran guapos y se divertía muchísimo con los tres; además, bailaban de maravilla, eran muy tiernos con ella y compartían carrera. Nunca había querido comprometerse con ninguno… por lo menos por el momento.

Metida en estos pensamientos, en su Ipod comenzó a sonar “All you need is love”, de los Beatles. ¡Cómo le gustaba esa canción! Reflejaba, según ella, lo que en realidad necesitamos todos: amar y ser amados. Y, de pronto, volvió la mirada a las tres fotografías y echó a andar la imaginación, tratando de proyectarse en un futuro con cada uno de ellos. All you need is…

Pedro era un chico simpático y amante de las fiestas. Estar a su lado era diversión asegurada. Victoria disfrutaba mucho su compañía. Su sonrisa amplia y su amabilidad – siempre la llamaba “mi reina” – lo hacían una persona sumamente atractiva. No podías no verlo y no ir a saludarle.

No obstante, a Victoria no le gustaban muchas cosas de Pedro. Sus bromas de mal gusto sobre las niñas; su superficialidad en afrontar las cosas, que hacía imposible poder mantener una conversación seria con él; sus continuos suspensos en la universidad; su tarjeta American Express Gold, que le permitía comprarse todo tipo de lujos, y que no tenía ninguna medida ni control de sí mismo; su fama de “Don Juan”, que, según las malas lenguas, se lo tenía ganado a pulso.

“Ay, no sé”- se dijo Victoria – “para pasar el rato, está bien, pero no puedo construir mi futuro con él. Definitivamente”.

Pasó la mirada a la siguiente foto. ¡Qué distinto era Óscar de Pedro! Casi todo lo contrario. Si Pedro era un superficial, con Óscar se podía mantener una buena charla, pero también cargada de una buena dosis de humor. Era muy sobrio en sus gastos – aunque también se las daba de despilfarrador a veces –; no aparentaba con su dinero. Era un chico aplicado. Que ella supiese, sólo había tenido alguna aventurilla con una niña, sin pasar a mayores; se sabía mantener a raya. Podía calificársele, en fin, como un chico digno de tenerlo en cuenta. Pero…

¡Ay, ese “pero” que todas las niñas suelen poner! Sí, había uno con Óscar: la órbita del sistema solar de su vida giraba en torno a sí mismo. Todas sus aspiraciones, todo su futuro tenían razón de ser únicamente cuando él se sentía bien y cuando él podía sacar partido de ello. ¿Un matrimonio así…?

“Es un buen amigo” – pensó Victoria – “y nada más. No podría pasar el resto de mis días con él; sería un continuo luchar”.

Por fin, tomó entre sus manos la última foto. Lanzó, sin querer, una carcajada. Ahí, mirándole a los ojos, estaba un Ignacio sonriendo y con el merengue de un pastel cubriéndole la cara. ¡Qué fiesta de cumpleaños aquella!

¿Quién era Ignacio? Victoria no podía negarlo: era el chico ideal para casarse. Alegre, pero serio cuando tenía que serlo. Centrado en sus obligaciones, pero cariñoso y cercano. No era muy deportista – por lo que su fama de popularidad entre las niñas decaía notablemente – pero tampoco huía del ejercicio ni de los momentos de esparcimiento. ¿Sus estudios? Salía adelante: no era el notable de la clase, pero sí se encontraba entre los diez primeros, y todo a base de luchas y muchas horas delante de los libros. Había tenido una novia, que él cortó por ser demasiado “ligth” y haberse tomado a la ligera su relación… Esto fue lo que él dijo, pero todo el mundo sabía que la muy desgraciada (con perdón) se había ido por ahí con otro.

Pero lo que más le impactaba a Victoria de Ignacio era su incondicional entrega a los demás. No había favor que le pidieras sin que te atendiera inmediatamente. Se desvivía por los demás, especialmente por sus amigos más cercanos y… por su familia.

Los ojos de Victoria se iluminaron: “¿Qué estás esperando, boba? Ya Ignacio te propuso salir a tomar un helado un día y tú le estás dando largas. No seas tonta… Éste es el chico; no hay otro. Puedes asegurar que te amará incondicionalmente y que se ocupará mejor que nadie por ti y tus hijos ¿Recuerdas cómo te miraba cuando estaban los dos en la preparatoria durante las clases de matemáticas, de geografía, de cultura griega?”.

Y de pronto, se acordó vagamente de algo que les explicó una vez el profesor sobre la palabra amor en griego: para medir la intensidad del amor, los griegos utilizaban una palabra distinta.

“¡Pero claro!” – se dijo enseguida Victoria. Incorporándose un poco en la cama, tomó las tres fotos y las fue catalogando según sus conocimientos humanistas:

- Pedro es eros, pues sólo está interesado en buscar su placer y la diversión, y nunca se responsabiliza por nada. Es el amor fácil, que huye de lo serio y del compromiso. Es el amor de los anticonceptivos, del “sexo seguro”, del besito va, besito viene… Es el naufragio del amor.

- Óscar es filia. Sí, es más responsable, pero aún busca una retribución al amor dado y, a fin de cuentas, sigue siendo egoísta. Te doy para que tú me des a cambio… Es incapaz de regalar algo desinteresadamente. Es la sobrevivencia, a duras penas, del amor.

- Ignacio, sin embargo, se identifica clarísimamente con ágape. Se da totalmente, buscando exclusivamente el interés del otro… recibiendo, de esta manera, también su retribución. Su sonrisa no es para destellarla en un espejo, sino para alegrar los ojos de los necesitados de ella. Su entrega es total, pero madura. Sabe los lugares y las circunstancias, no exento de sacrificios cuando se necesitan. Es la plenitud del amor.

Tres griegos. Tres chicos… y cuatro ingleses. Victoria estaba volviendo a escuchar All you need is love de los Beatles. Sí, efectivamente tienen razón. Pero la clase de amor que verdaderamente necesitamos es la de tipos como Ignacio, que construyen sobre roca y dándose totalmente. Una realidad hoy muy olvidada, ¿verdad, mi querido Lennon?

Guardó las tres fotografías en su cajita top secret, y sacó el celular. Con ilusión marcó un número telefónico, esperando la respuesta del otro lado.

- ¿Hola? ¡Ignacio! ¿Cómo estás? Yo muy bien, gracias a Dios. Oye, quería preguntarte… ¿en qué quedó tu promesa de invitarme a tomar un helado? ¿Te parece bien hoy por la tarde?

Autor: Juan Antonio Ruíz | Fuente: Catholic.net

La flor del amor

La flor del amor
El amor verdadero no es fácil: no valen unas palabras románticas y un puñado de promesas

Un período pasajero pero vital para todo joven. Años en los que caen en el jardín de tu juventud muchos entusiasmos, proyectos, anhelos y sueños. Y como fruto de esas semillas surge la flor del amor. ¡Qué bonito!

Parece fácil cultivar esa flor, pero si contemplas hoy el inmenso jardín del mundo, de nuestra sociedad humana, encontrarás muchas flores marchitas, truncadas, muertas. ¡Qué lástima! Hablo de matrimonios separados y, a veces, rotos. Amores que han fracasado. ¿Por qué?

Aunque parezca extraño, el amor verdadero no es fácil. No valen unas palabras románticas y un puñado de promesas. Sé prudente, no construyas sobre tierra movediza, sobre sentimientos y emociones. Hoy sí, mañana no...

Durante el noviazgo te juegas tu propio futuro. No puedes tomarte las cosas a la ligera. Si te falla el amor, puedes arruinar tu vida. Y hay casos, desgraciadamente. Por eso, deberías tomar el noviazgo y todo lo que le concierne con cierta seriedad, como una escuela de amor -así lo ha escrito alguno-. Durante este tiempo te aconsejo que aprendas a amar, a dedicarte al otro u otra a costa de los mil y un sacrificios que esto comporte.

No te conformes con el amor barato. Ese amor es una estafa y tarde o temprano, te llevarás un gran chasco. Será difícil quitarte luego el mal sabor de boca y de alma. Experimentarás el vacío y la insatisfacción. Por favor, no cometas el error de reducir el amor al plano meramente físico. El amor es mucho más rico. Comprende sentimientos, emociones, inteligencia y voluntad. Un amor que abarca toda tu persona, no sólo tu cuerpo.

Si te quedas sólo con los sentimientos, te deseo una buena aventura, pues volarás como las hojas a merced del viento desde la cima de una preciosa montaña hasta el charco más sucio y frío.

Te doy algunos consejillos. Trata de conocer a quien amas. Este paso requiere tiempo. Si vas demasiado rápido te vas a estrellar. Cuando menos te lo esperes te chocarás con un árbol, con alguna sorpresa ingrata y a ver si sales ileso.

El segundo paso es para gigantes del amor. Para auténticos enamorados. Aceptarse y donarse al otro. No corras el riesgo de fundar tu amor, por ello, en la arena de los sentimientos y emociones. Pon en juego también tu inteligencia para conocer al otro y tu voluntad para donarte a él, pase lo que pase. Si construyes sobre arena, tu amor no resistirá ni un minúsculo y raquítico vientecillo, ni mucho menos, un huracán. )Y quién te dice que no vendrán?

No olvides que en esto te juegas tu felicidad. Que tu matrimonio no sea un sueño, una historia de amor entre el príncipe y la doncella más guapa del mundo. Pon los pies sobre la tierra no sea que te duela mucho la caída. Hay que conocer a fondo al otro para asegurar así la futura armonía, el éxito. Y un medio eficacísimo es el diálogo maduro.

La clave es vivir el noviazgo con los ojos puestos en el futuro, la familia, los hijos...

Fuente: Catholic.net

Enamoramiento vs. Amor

Enamoramiento vs. Amor
Hay que procurar no dejar las cosas del amor en manos exclusivamente del corazón
Enamoramiento vs. Amor
Enamoramiento vs. Amor
De entrada, lo que más nos llama la atención de alguien es el aspecto físico. De repente, conocemos a una persona que «nos gusta». No es sólo su menor o mayor belleza física; es algo más, difícil de precisar. Los gestos, la forma de hablar, de moverse, nos resultan especialmente atractivos. Más tarde, su forma de comportarse, la relación que se va poco a poco estableciendo con esa persona, tienen algo de sugestivo, en especial, que nos va cautivando sin damos cuenta.

Aunque no siempre, se produce un «amor a primera vista», un «flechazo»

En otras ocasiones, esa persona puede resultamos poco interesante de entrada, incluso resultarnos desagradable o pretenciosa. Sin embargo, según la vamos conociendo más, cambiamos la opinión que en un principio nos habíamos forjado sobre ella, volviéndonos cada vez más receptivos.

La intuición

En estos procesos la intuición juega un gran papel. No cabe duda de que todos vamos acumulando, sin damos cuenta, una serie de experiencias y conocimientos que dan lugar a ciertas asociaciones inconscientes. Es lo que algunos han llamado «memoria experiencial».

Cuando, por ejemplo, entramos en una habitación que nos es familiar y la notamos distinta, extraña, buscamos el motivo hasta que al final identificamos que algo falta o está cambiado de sitio. El aviso inconsciente es anterior a la explicación racional, porque sin darnos cuenta hemos ido grabando en nuestra memoria la distribución, colores, etc., de ese cuarto.

Igualmente, cuando vemos a una persona y nos «cae mal» sin que sepamos decir por qué, se están poniendo en marcha procesos inconscientes de este tipo. Probablemente hayamos tenido experiencias anteriores por las que identificamos ciertos gestos o comportamientos con formas de ser que nos desagradan, sin que encontremos una explicación racional que lo justifique.

Lo contrario sucede cuando una persona nos atrae. Intuimos que con ella nos podríamos compenetrar y sentimos bien en su compañía. Pero muchas veces nos equivocamos, esta intuición falla.

Esto es particularmente frecuente cuando nuestra situación afectiva es propensa al enamoramiento. Entonces podemos proyectar nuestros deseos en casi cualquier persona en la que hallemos cierta sintonía. Como decía André Maurois, en ciertos períodos de la vida estamos débiles afectivamente y, como la persona que está baja de defensas, estamos a merced de cualquier virus que pasa a nuestro alrededor, podemos enamoramos de cualquiera.

La voluntad

Tras esta primera fase de atracción física y psíquica se comienza a considerar la posibilidad de que también nosotros le hayamos gustado. Por eso es más fácil enamorar, si esto se pone de manifiesto, de forma más o menos entrevelada. Es el juego de la coquetería en sus diversas manifestaciones.

Después viene el momento más peligroso, cuando consideramos la posibilidad de enamorarnos. En este punto actúa la voluntad. Si dejamos esta puerta abierta ya estamos perdidos. El amor se nos cuela sin darnos cuenta, y cuando queramos reaccionar estamos atrapados.

Se van configurando una serie de procesos que nos alejan de la realidad hasta llegar a un estado, en palabras de Ortega y Gasset, de «imbecilidad transitoria».

Por un proceso denominado «catatimia» percibimos de otro modo todo lo referente a esa persona. Nuestra afectividad deforma estas percepciones acercándolas a nuestros deseos: la vemos más guapa, más interesante, más inteligente, etc., aunque los demás no estén de acuerdo con nosotros. Por eso se dice que el amor es ciego. Además se produce una «proyección atributiva inconsciente», fenómeno que consiste esencialmente en completar, sin darse cuenta, los aspectos desconocidos de la persona objeto de amor con los atributos que el enamorado desea, por lo que ésta queda idealizada.

Pensar en ti

El enamoramiento es una pasión y, como tal, organiza la personalidad con el único fin de obtener el objeto que la nutre, el ser amado. Los enamorados se ven arrastrados y dominados por él. No pueden dejar de pensar en esa persona ni concentrarse en otra cosa, aunque lo intenten. Se cambia de forma de pensar. Si hace falta, todo se justifica, el corazón anula la razón, todo vale si es para poder estar con esa persona, no se soporta su ausencia, se quiere poseer a toda costa, y de ahí la expresión «te comería».

Naturalmente, hay personas más o menos apasionadas, por lo que estas transformaciones son en algunos casos mucho menos intensas que en otros, pero en todos los casos los aspectos afectivos se imponen a los racionales.

Después, cuando la intensidad del enamoramiento va cediendo, comienzan a surgir poco a poco algunas dificultades, dudas y problemas. ¿Será capaz de queremos tal como nosotros la queremos?, ¿merece realmente la pena? Amar y enamorarse son cosas bien distintas.

El amor es un sentimiento de estimación ajena, del que nos sentimos autores, que se prolonga en el tiempo con relativa independencia de las circunstancias extremas, dependiendo de la voluntad y capacidad personal para nutrirlo.

En el amor no hay voluntad de posesión como en el enamoramiento, sino deseos de dar y compartir. Deseos que se proyectan ampliamente en el tiempo, dentro de un proyecto común con la persona amada. Es un sentimiento que cambia el rencor por perdón, los celos por confianza plena, la rivalidad por colaboración, la intolerancia por comprensión, el egoísmo por generosidad.

Fuente: Catholic.net

¿Obsesionados con Facebook?

¿Obsesionados con Facebook?
Algunos datos interesantes que debes tomar en cuenta
¿Obsesionados con Facebook?
¿Obsesionados con Facebook?

¿Una dependencia hacia Facebook? Con datos concretos, a esto da respuesta el siguiente video que, por ahora, sólo está en inglés. Más abajo pongo unos datos en castellano (tomados de la página personal de Antonio González).



Algunos datos sobre Facebook que han aparecido en este vídeo:

The World Is Obsessed With Facebook from Alex Trimpe on Vimeo.


- 1 de cada 13 personas tiene facebook: 500 millones (aquí precido que ya son más de 600 millones).
- la mitad de los que tienen de 18 a 34 años lo ven nada más levantarse
- en USA el 72% de los que usan internet está en facebook
- el 57% de la gente habla más por Facebook que en su vida real
- la mitad de los jóvenes se enteran de las noticias por Facebook
- 750 millones de fotos se subieron a Facebook en año nuevo 2011
- en 20 minutos se suben 2 millones de fotos a facebook y hay 10 millones de comentarios


Y ahora sí, la pregunta que cada uno puede responderse a sí mismo:

¿estoy obsesionado con Facebook? Sería triste que nos acerque a nuestros lejanos y nos aleje de nuestros cercanos.

lunes, 21 de febrero de 2011

Cristianos en las redes sociales

Cristianos en las redes sociales
En la perspectiva cristiana hay que tener presente que “la Verdad, que es Cristo, es en definitiva la respuesta plena y auténtica a ese deseo humano de relación, de comunión y de sentido, que se manifiesta también en la participación masiva en las diversa
Cristianos en las redes sociales
Cristianos en las redes sociales
Las nuevas tecnologías, “si se usan con sabiduría, pueden contribuir a satisfacer el deseo de sentido, de verdad y de unidad que sigue siendo la aspiración más profunda del ser humano”. Así lo afirma Benedicto XVI en su mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales de 2011 (“Verdad, anuncio y autenticidad de vida en la era digital”, 6-I-2011).

Como se puso de relieve en la presentación del documento, éste vincula tres cuestiones importantes en la vida actual: la comunicación digital, la propia imagen y la coherencia de vida. En una aproximación primeramente positiva, apoyada en el análisis sociológico correspondiente, el texto refleja las enseñanzas del Papa acerca de la identidad cristiana, edificada sobre la verdad y el amor, y sus consecuencias en el terreno de la comunicación actual globalizada.

Las redes sociales en Internet (sobre todo Facebook, con más de 500 millones de usuarios) presentan aspectos positivos y límites. Ante todo son una posibilidad de “diálogo, intercambio, solidaridad y creación de relaciones positivas”. Pero también pueden desembocar en “una interacción parcial, la tendencia a comunicar sólo algunas partes del propio mundo interior, el riesgo de construir una cierta imagen de sí mismos que suele llevar a la autocomplacencia”.

En consecuencia –subraya el texto–, sobre todo en el caso de los jóvenes, es importante “plantearse no sólo la pregunta sobre la calidad del propio actuar, sino también sobre la autenticidad del propio ser”. Y es que “el anhelo de compartir, de establecer ‘amistades’, implica el desafío de ser auténticos, fieles a sí mismos, sin ceder a la ilusión de construir artificialmente el propio ‘perfil’ público”.

Uno comunica lo que es, lo sepa o no, lo quiera o no. “Cuando se intercambian informaciones, las personas se comparten a sí mismas, su visión del mundo, sus esperanzas, sus ideales”. De ahí que se apueste “por una comunicación franca y abierta, responsable y respetuosa del otro”. Esto el cristiano lo vive no sólo al comunicar contenidos religiosos-piadosos, sino ante todo al “dar testimonio coherente en el propio perfil digital y en el modo de comunicar preferencias, opciones y juicios que sean profundamente concordes con el Evangelio, incluso cuando no se hable explícitamente de él”.

Por consiguiente se precisa la atención a los aspectos del mensaje cristiano “que puedan contrastar con algunas lógicas típicas de la red”. Primero, la verdad: “El valor de la verdad que deseamos compartir no se basa en la ‘popularidad’ o la cantidad de atención que provoca. Debemos darla a conocer en su integridad, más que intentar hacerla aceptable, quizá desvirtuándola. Debe transformarse en alimento cotidiano y no en atracción de un momento” (todo ello supone el rechazo a una cierta superficialidad y vulgaridad, hoy en boga).

En segundo lugar, el Evangelio pide una respuesta libre y encarnada “en el mundo real y en relación con los rostros concretos de los hermanos y hermanas con quienes compartimos la vida cotidiana” (no debe prestarse más atención y tiempo al ordenador que a las personas mismas).

Concluyendo, se invita a “unirse con confianza y creatividad responsable a la red de relaciones que la era digital ha hecho posible”. Esta red es parte de nuestra vida y cultura, y en ella cabe “la proclamación de la fe, con cercanía y diálogo, respeto y comprensión”. Al mismo tiempo, en la perspectiva cristiana hay que tener presente que “la Verdad, que es Cristo, es en definitiva la respuesta plena y auténtica a ese deseo humano de relación, de comunión y de sentido, que se manifiesta también en la participación masiva en las diversas redes sociales”.

En las redes sociales los cristianos pueden ayudar “a mantener vivas las cuestiones eternas sobre el hombre, que atestiguan su deseo de trascendencia y la nostalgia por formas de vida auténticas, dignas de ser vividas”. La condición para todo ello es comunicarse con integridad y honradez. También en la comunicación se cumple que la coherencia personal de vida con el Evangelio es en sí misma una forma de anuncio que determina la credibilidad del mensaje.

Ramiro Pellitero
Profesor de Teología Pastoral en la Universidad de Navarra.
Subdirector del Instituto Superior de Ciencias Religiosas de la Universidad de Navarra.